martes, 30 de agosto de 2016

El Templo de los Franciscanos de Milagro









 El Templo de los Franciscanos o mejor conocido como Iglesia Central San Francisco de Asís constituye uno de los iconos más importantes de nuestra ciudad. Su historia se remonta a 1932 cuando hubo la necesidad de construir un nuevo y moderno Templo de hormigón armado con características similares a la Catedral de Guayaquil, sin embargo la construcción de esta obra comenzará a planificarse en 1942, siendo párroco el padre Julián Bermúdez, quien organizó el primer Comité de Damas Pro-Construcción del Templo San Francisco de Asís, que merced a la filantropía de don Antonio Torres Rodrigo (nació el 13 de junio de 1889 y falleció el 21 de febrero de 1961),  se iniciaron los trabajos de la construcción de lo que hoy se conoce como la Iglesia Central, teniendo como Presidenta a su esposa doña Clemencia Vega Rodrigo de Torres (nació el 5 de septiembre de 1893), mujer de sentimientos arraigados y de una profunda vocación de servicio a la comunidad, así como también un Comité de Caballeros, presidido por Sergio Cruz Navarrete quien tuvo como propósito servir en dichos trabajos.

No obstante, el 17 de septiembre de 1944 se bendijo la primera piedra con la presencia del obispo Monseñor José Félix Heredia, el provincial de los franciscanos Fray Serafín Lúnter y el 23 de abril de 1945, siendo párroco Fray Ignacio de Jesús Zambrano se inició la construcción.

En el proyecto original del plano para la construcción de dicha obra, elaborado por el constructor Ing. Luis Fratta, constaban dos torres tipo catedral, que por lo oneroso de su precio excedía  el presupuesto destinado para su ejecución, por lo que hubo de modificar el diseño original por el que actualmente conocemos.

La construcción de este singular proyecto arquitectónico tendrá el apoyo decidido de prestantes ciudadanos y ciudadanas que, a través de donativos, colectas públicas, limosnas, rifas, cuotas, alcancías y otras actividades sociales fueron incrementando los recursos necesarios para la ejecución de tan ambiciosa y anhelada obra.

En medio del entusiasmo y el fervor religioso de los feligreses por contar por primera vez con un Templo que brinde las mejores comodidades a los devotos de la fe católica, una trágica noticia sorprende a los habitantes de Milagro el 26 de agosto de 1948 con el fallecimiento de su principal promotora, doña Clemencia Vega Rodrigo de Torres, quien había dedicado todos sus esfuerzos y energías para hacer realidad tan noble proyecto.

A su fallecimiento surgirán diferencias de criterios y falta de unidad entre quienes asumieron la dirección del Comité dejado por su antecesora, que conllevó a la paralización temporal de los trabajos ya comenzados.

Sin embargo, para 1949 la voluntad férrea para que no se detenga la construcción, hace que su esposo don Antonio Torres Rodrigo, haga una primera donación de 50 mil sucres en memoria de su esposa y otros 50 mil, a través de contribuciones que los clientes de la piladora La Libertad de su propiedad hacían por medio de alcancías, siendo esto un gesto altruista y de enorme apoyo que garantizaban la continuidad de tan encomiable propósito.

Años más tarde se constituyó un nuevo Comité Pro-Construcción, habiendo pasado inactiva y paralizada la obra, ya que únicamente fue construida la primera planta de la estructura y en 1955 se inician la construcción del convento

Pero no fue sino hasta 1960 en que se conforma otro Comité que lo presidió el doctor Federico Bolaños Moreira, el cual continúa cuatro años más tarde con el avance de la obra que finalmente es culminada e inaugurada en septiembre de 1970 con la colocación del tumbado y de cuatro relojes que la adornan en su vértice superior.

El día de su inauguración se develizaron dos placas de mármol ubicadas a cada extremo de la entrada principal, la primera en honor a doña Clemencia Vega Rodrigo de Torres, ya que sin su entrega y perseverancia no hubiera sido posible el inicio de esta gran obra y la segunda dedicada a su esposo Don Antonio Torres Rodrigo que sin su contribución no habría sido posible finalizar su construcción.

Según refiere su hijo Pedro Torres, doña Clemencia no gustaba de las reuniones sociales, sino por el contrario fue una mujer de profunda convicción cristiana, que encontró en la ayuda solidaria la expresión más genuina de servir a Dios y se entregó por completo al servicio de la Iglesia.

Asegura también que fue buena madre, esposa y hermana que ayudó a sus hermanos Julio y Plácido cuando éstos llegaron desde Daule a instalar sus negocios.

Don Pedro, recuerda a su madre como una mujer de espíritu empresarial y de arraigadas virtudes solidarias, constituyéndose en el motor que impulsaba a su esposo en todas las iniciativas que emprendía, ya que considera que era el equilibrio entre su padre y ella, pues su progenitor combinaba sus actividades laborales con la política y los eventos sociales, llegando a ser Senador Funcional por la Agricultura, Concejal, Presidente del Concejo Cantonal, Jefe Civil y Militar de Milagro, así como miembro de importantes instituciones sociales del cantón.

“Mi madre administraba una tienda de abarrotes que existía en la piladora, además se dedicó a la porcicultura, cuya carne y manteca la comercializaba entre sus clientes y el producto de la venta lo destinaba a la ayuda social. Siempre estuvo pendiente de los negocios de mi padre a quien lo apoyaba en todo lo que él emprendía.
Era una mujer de extraordinarias virtudes y por su extraordinaria vocación de servicio estaba presta a ayudar a quienes la necesitasen”.

La piladora La Libertad de propiedad de don Antonio Torres, comenzó a contribuir por el impuesto al polvillo la cantidad de 2.337 sucres, desde agosto de 1943, hasta llegar a la cantidad de 15.205 sucres desde noviembre de 1945 hasta agosto de 1952, mensualmente, que en muchas ocasiones superaban esa cantidad y sólo el señor Torres, colaboró desde febrero de 1949 a agosto de 1952 con la cantidad mensual de 50.000 sucres.

En 1943, la revista Ecuador Franciscano, Pág.373, publica un artículo del Dr. Ernesto Albuja Aspiazu; y, en carta del Padre Párroco Fray Ignacio Zambrano, dirigida el 11 de diciembre de 1950 al señor obispo de Guayaquil, Mons. Heredia y por testimonio de personas mayores, le relata cómo previamente el templo estuvo dedicado a San Francisco de Asís que en el incendio de 1909 fue consumido por el fuego, según los documentos que constan en los archivos de la Curia, alguien donó la imagen de San Francisco de Paula; de ahí data ese origen que lo  mantuvo como patrono.

El 14 de febrero de 1951, el ilustre Concejo Cantonal de Milagro, bajo la presidencia del Ing. Edmundo Valdez Murillo, confiere el permiso para instalar la luz y agua en la casa parroquial que se encontraba en construcción.



Cronología:

1822 se construye la primera capilla.
1875 construcción de la segunda capilla.
1909 un incendio destruye el Templo Parroquial.
1918 reconstrucción del Templo.
1931 El Obispo de Guayaquil, Mons. Carlos María de La Torre, pide al Provincial Fr. Francisco María Alberdi para que los Franciscanos se hicieran cargo de la parroquia eclesiástica de Milagro con todos sus anexos.
12 de julio de 1932 se crea por Decreto la Congregación de Religiosos San Francisco de Asís en Milagro, siendo primer Párroco el padre Leonardo María Jaime.
9 de noviembre de 1934 el Padre Luis Tapia obtiene del Concejo Cantonal permiso para la construcción de un edificio para convento de los Franciscanos.
13 de marzo de 1935 se aprueban los planos y el costo del edificio (6.000 sucres).
1942, Conformación del primer Comité de Damas Pro-Construcción del Templo San Francisco de Asís.
14 de abril de 1944 se resuelve emprender la construcción del nuevo Templo de hormigón armado.
17 de septiembre de 1944 Bendición de la primera piedra para la construcción del Templo.
23 de abril de 1945 inicio de la construcción.
17 de septiembre de 1949 Colocación de dos placas, en reconocimiento a don Antonio Torres Rodrigo y su esposa doña Clemencia Vega de Torres.
1955 se inicia la construcción del convento.

1960 Constitución del segundo Comité presidido por el doctor Federico Bolaños Moreira.

Víctor Hugo Vicuña Piedra


*Nota: Los datos fueron tomados del Tomo 3 de balances económicos, oficios, exhortaciones pastorales, facturas y recibos: 1910-1958.

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